(function() { (function(){function b(g){this.t={};this.tick=function(h,m,f){var n=void 0!=f?f:(new Date).getTime();this.t[h]=[n,m];if(void 0==f)try{window.console.timeStamp("CSI/"+h)}catch(q){}};this.getStartTickTime=function(){return this.t.start[0]};this.tick("start",null,g)}var a;if(window.performance)var e=(a=window.performance.timing)&&a.responseStart;var p=0=c&&(window.jstiming.srt=e-c)}if(a){var d=window.jstiming.load; 0=c&&(d.tick("_wtsrt",void 0,c),d.tick("wtsrt_","_wtsrt",e),d.tick("tbsd_","wtsrt_"))}try{a=null,window.chrome&&window.chrome.csi&&(a=Math.floor(window.chrome.csi().pageT),d&&0=b&&window.jstiming.load.tick("aft")};var k=!1;function l(){k||(k=!0,window.jstiming.load.tick("firstScrollTime"))}window.addEventListener?window.addEventListener("scroll",l,!1):window.attachEvent("onscroll",l); })(); El Eterno Andar
jueves, septiembre 21
Rendición de cuentas
Desde hace mucho tiempo creo que lo importante no es la realidad, sino la percepción que tenemos de ella.

Es así que explico por qué no es importante la seguridad. Ni la libertad. Tampoco la felicidad.

Lo que importa es que tan seguro creas estar, que tan libre pienses ser, que tan feliz te sientas.

Esta idea también me permite entender las risas del Borro, y los llantos de Carrasco. La eterna alegría del tonto y la perenne depresión de aquél que todo lo entiende.

Nuestro humor cambia, permanentemente. Un tranquilo despertar puede transformarse en una mañana insoportable con sólo encender el televisor, o al responder a un llamado temprano. Una jornada para el olvido puede hacerse gloriosa frente a su último plato de comida, o a su penúltimo beso.

Es que el humor chequea nuestras percepciones en forma constante. De esa forma nos obliga a realizar cambios cuando el panorama no pinta bien, una especie de tirón de orejas.

Cuando estamos de mal humor nos sentimos mal. Como un dolor que no se siente.
Pero que está.

Algo viene sobre ruedas, o ya salió. Ilumina el porvenir.
Me siento bien.
Algo va a salir mal, o ya salió. Complica el futuro.
Me siento mal.

Si algo me bajonea, las opciones son dos. O consigo que esa situación se revierta, o cambio la percepción que sobre esa situación tengo. Es decir, soluciono un problema, o me engaño.

Y es precisamente a eso que dedicamos nuestras vidas, día tras día.
A solucionar problemas y a engañarnos.

¿Cómo engañarse? Fácil.
Podemos ser muy boludos, y mentirnos a nosotros mismos. No olvidemos que el mal de muchos es consuelo de bobos. A veces nuestra mente lo hace en forma automática, como vía de escape (hoy no voy a profundizar en la locura). Otra forma es ingresando alguna sustancia al sistema.

Pero incluso cuando venimos timoneando bien, algunas cosas nos pueden doler.
Es que si nuestro estado anímico dependiera solamente de nuestro presente, y de nuestro porvenir, quizás las cosas fueran más sencillas. Pero, ¿por qué es que también tenemos que penar por nuestro pasado?

Esos sueños me castigan muy seguido.

Sueño con ustedes. Con el cuadro de fútbol que se separó.

Con los pasillos de facultad. Con aquellos diálogos. Con las sonrisas de ocasión, con aquél sentimiento de pertenecer a algo que era más grande pero que ni mi saber ni mi entendimiento pueden hoy explicar.

Sueño con los miedos que alguna vez tuve.

Sueño con todo aquello que dejé de ser. Y me despierto con un vacío en el pecho, con ganas de seguir durmiendo y volver a esa realidad que fue pero que no está, que dista de mí en años y en segundos. Una nostalgia que me desgarra.

Los sueños me castigan. Me recuerdan aquello que no pude ser, aquello que aún no logré.
Me muestran aquellas cosas que no me animo a conseguir.

Creo que por las noches rendimos cuentas. Con nosotros mismos. Nos paramos frente al estrado con el corazón en la mano. Somos juez y jurado. Fiscal y acusado. Un juicio que vos no pediste pero que cada tanto te llega.

Y que te despierta con su veredicto grabado en tu alma.

Esta será la última vez que pregunto algo en forma tácita, es decir, esperando una respuesta. ¿Algún sueño te castiga? ¿Te animás a contar en que has fracasado en tu vida? ¿Qué no has conseguido? ¿Qué no te permite ser feliz?
¿Podés compartirlo, aunque sea anónimamente? ¡Cómo me gustaría leer algo de sinceridad ajena en este blog...!
 



6 comentarios:


  • El 5:02 p.m., Anonymous Anónimo

    La vida es pasajera... lo importante viene despues de la muerte.

     
  • El 11:54 a.m., Blogger Sin Gamulán

    Bien. Entonces podes sentarte en forma tranquila a esperar que te coman los gusanos.

     
  • El 8:49 p.m., Anonymous Anónimo

    Mi alma se irá más allá...
    Redimiré mis pecados
    Será la vida eterna
    La paz...

     
  • El 9:13 p.m., Blogger Sin Gamulán

    Te felicito. Suerte.

     
  • El 8:23 p.m., Anonymous Anónimo

    Voy al templo de los milagros, y ahora soy feliz. Se me curaron todas las enfermedades y se pasaron los problemas economicos. mi alma esta pura.

     
  • El 9:08 p.m., Anonymous Anónimo

    EL MANTO DE LA DESCARGA