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martes, octubre 31
Por las cosas buenas
A veinticuatro años de mis primeros llantos, llego una vez más, a romper el silencio.
Ese silencio que otras tantas veces me impuse hoy es destruido. Con la frente en alto, por las cosas buenas.

Vengo a agradecer a la vida una vez más, sin olvidarme que muchas veces de ella me he olvidado y la insulté. Y le exigí más que a mi mismo, y la culpé, y la acusé de agarrar por donde quiere. Sin avisarme, sin cederme el control. Hoy te pido perdón, Vida, y te consagro.

Agradeciéndote por aquellas personas que pasaron y hoy me recuerdan, y hoy las recuerdo. Por los acordes de murga y por los golpes de tambor. Por los gritos de gol. Por mi novia, por mi vieja.
De nuevo, por vos.

Quiera Dios que me sigas proveyendo de sonrisas y de afectos, que son el combustible de mi alma.
 
miércoles, octubre 11
Silencio
Tan sólo silencio.

Como respuesta al ruido. A la discusión. Al frenazo.
Al coliseo.

El silencio es una espera. Una pregunta hecha, la espera de un cambio.
La penicilina del hartazgo.

Necesito descansar mi mente y mi cuerpo. De los plagios. De la celulosa. De las amas de casa desesperadas. De los hijos de padres desesperados.

De sueños que impliquen baile o canto. Porque me cansé de que el show tenga que continuar.

De que me copien las cosas más tontas y no las más inteligentes.

De que mañana te tenga que pisar la cabeza para salir adelante.

De que siempre deba tener algo que decir.

De buscar algo nuevo en ese blog que me gusta y no lo encuentre.

De que no volvamos a cambiar.

De esa noticia "fresca", "divertida", "diferente", que a criterio de los "periodistas" que arman los noticieros ocupa la mitad del tercer bloque. Noticieros que son medio y medio de sangre y frivolidad.

Como vos.

Como todo aquél que alguna vez habló de los cañeros de Bella Unión y no sabe lo que es sentir la raíz de la caña abriéndole la planta del pie.

O del problema de la pasta base.

O de los nazis.

O de la delincuencia. Y el segundo término de las tres ecuaciones inventalo vos.

¿Cuándo llegará el día en que las noticias y la historia la escriban los protagonistas?

¿Hasta cuándo las formas serán más importantes que los contenidos?


¿Por qué Humberto de Vargas sigue en la vuelta sin la censura del dolor, mientras que otras víctimas del amarillismo barato pagan sus cuchillazos día tras día?


El poder son los medios, te lo enseña algún profesor zurdo en el liceo pero a vos se te olvida.
Y te transformás en el títere repetidor, en el osito Teddy del siglo XXI, aquél que a principios de la década del '90 miraba el canal 4 y decía boludeces como: "¡Qué divertido!", "¡Oh!", y otras de similar contenido y profundidad. Y repetís que la dictadura fue una respuesta a los tupamaros. O repetís que los tupamaros buscaban la libertad y eran buenos. O que gracias al pueblo la dictadura se terminó.

Una dictadura que dos décadas después de terminada sigue contaminando nuestras relaciones como en el primer día, enroscando a gente que ni la vivió ni tiene la más puta idea de lo que está hablando.

Mientras que en la calle sigue la transa. El semáforo cambió y hay que largar. Hay que cobrar. Hay que pagar. Suena el celular al compás del "cigarro cigarro", el bondi toca la bocina, el rastrillo juna la movida, el milico juna al rastrillo y yo los juno a los dos y sigo,
sin gamulán, por los mismos caminos que alguna vez me vieron más chico y con otros ojos. En esos mismos caminos en que me gustaría encontrarme con tus ojos y verlos sonreír.

En ese asfalto tan lleno de ruido que nos hace a vos y a mí olvidar todo aquello que no sea luchar por sobrevivir.

Porque el ruido también es descanso.

Y es respuesta al silencio. A la reflexión. A las grandes preguntas, evitando tener que sufrir respondiéndolas.

Y por eso hoy vos y yo le vamos a dedicar este post al ruido.

Nuestro eterno aliado a la hora de preguntarnos por qué no somos mejores.