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¿Qué será eso? -pensé- Aparentemente un blog.
De esto ya hace algún tiempo, y por aquél entonces, yo no tenía un muy buen concepto de lo que era un blog. Los pocos que habían recorrido mis ojos eran carentes de fibra: casi como esos diálogos tontos que se escuchan en una parada de ómnibus o en un pasillo de facultad. Pero conocía bastante bien a Natopia (por aquél entonces, Ararlatierra) y sabía que la unión de sus letras y la sucesión de sus palabras podrían aportar algo más que un frívolo murmullo.
A ver que será esto...
Click. Y me encontré con retazos de su vida, cuidadosamente lavados y planchados, luego puestos a relucir. Con el mismo cariño con el que una princesa de suburbio lava-seca-plancha y cuelga su único vestido azul. Un amor no correspondido por el fiel estilo de este mercado de pulgas, donde con la misma facilidad podemos encontrar los tristes versos que dejaron impresos un corazón impar, como los torpes insultos de quienes nada lo entienden o las estériles publicidades de los nuevos autómatas.
Y sé -ahora por experiencia- que contar algo que es propio, cualquier vivencia que alguna vez ocurrió dentro tuyo y publicarlo en un blog es similar a que la princesa lleve su vestido a una feria americana. Sabés desde el primer momento que torpes manos (las mismas que tipean los torpes insultos) lo van a tomar, lo levantarán de su descanso para verlo a trasluz, como si de verdad lo estudiaran, como si en verdad lo leyeran, casi, se podría decir, como si de verdad les importara. Bastante obvio es su verdadero sentir.
La variedad de vestidos es enorme. Esa noche quise conocerlos todos.
Así que a través de decenas de ventanas y pestañas los hallé. Vi gente en Estados Unidos peleando contra Bush y su guerra en Irak. Vi españoles contentos publicando las fotos de sus últimas vacaciones en Marbella. Leí a un asiático confesando llegar tarde a su trabajo con mal aliento e irse de allí con algún insumo de oficina entre las ropas. Me dejé llevar por mundos que no existen, por partidos perdidos, por publicidades disfrazadas.
Por inocencias perdidas, por vidas sin sentido, por inocencias reencontradas.
Política, fútbol, sexo, noticias, tecnología, que haré hoy, que hago ayer, que hice mañana. Mis ojos ya no leían, pero ellos seguían allí, brillando en la oscuridad, esperando ser al menos por mí ajados. Es que todo vestido -y toda princesa- sabe que algún día alguna mano diferente llegará. Y aunque no lo lleve - y aunque no la lleve-, quedará su imágen guardada en la mente con destellos, y en el lienzo, el reflejo de aquellas pupilas que lo quisieron descubrir. Que lo quisieron llevar.
Y que en verdad lo hicieron.
Y como no soy princesa, y porque no tengo vestidos, fue que cuando ya había decidido entrar no supe que poner sobre la mesa. Ni que cartel colgar sobre el tendal. Nada.
Justamente el título, lo primero que te piden. ¿Qué voy a poner acá? Me reía solo en la noche con cada estupidez que se me ocurría.
- "Compruebe la disponibilidad"- ... a ver, bueno, disponible está.
- "¿Nombre de usuario?" -Uhh... ¡pero hay que inventar una cosa atrás de la otra, che!
- "Imágen para el perfil" La que pude robar en esos pocos segundos fue la de un tipo bajo la nieve, que mucho que ver no tenía, pero que bien supo hacerme el aguante hasta que pude colgar esa que hoy luzco. (Que no es más que una triquiñuela de Photoshop sobre una fotografía mía tomada por la persona que más quiero).
- "Elija una plantilla" -Y sí, le meto a ésta, es la más oscura que hay. No sea cosa que los millones de visitas que voy a tener por día signifiquen un aumento en el consumo de combustibles y formas de energía no renovables...
El resto, es historia.
Aunque nunca lo dije explícitamente, ustedes siempre fueron bienvenidos.
¿Cómo alguien puede estar interesado en encontrar algo rescatable, reciclable, dentro de lo que otra persona, creyéndolo inútil -y hasta oloroso- descartó?
No tengo idea. Supongo que esa respuesta la tendrán algunos de ustedes.
Como Natopia, inspiradora con sus textos de esta aventura que hoy leen. Literalmente leí miles de blogs.
Ninguno aró la tierra con tanto esmero como vos.
O Alguien más, figura nueva en este mundo, uno de los primeros en colgarse a leerme, requechear y criticarme. Gracias por estar y seguir ahí siempre. A Lula, que sé que cuando puede se da una vuelta para leer y me encanta. ¿Cuándo vas a arrancar a escribir vos también?
Y otros bloggers más nuevos en esto del requechaje, con sus señores blogs a cuestas, como Inez y Vale, que derrochan creatividad en cada post -y que alguna vez sufrieran algún reproche mío, ¡hay que bancarme a mi también!-; o como Marujita, que denuncia con inteligencia, conocimiento, buen gusto y mostrador las diarias que en la caja boba o en el papel de huevos no figuran.
Un año muchachos. Pocas visitas (cerca de mil trescientas). Poco importa el número, siempre lo pensé. Me importa la calidad, la humana, esa que separa al Neandertal urbano del artista.
¿Seguiremos con el acúmulo de basura?
¿Seguirán las frases reflexivas en naranja?
¿Podré seguir intentando despegar de lo diario hacia algún lugar que no pueda decirles dónde está, pero sí como uno se siente después de estar?
Dios quiera, ganas no me faltan.
Sincrónico cumpleaños del Basural y Sin Gamulán.
Brindo por ustedes.
Nos leemos.
Sin Gamulán