(function() { (function(){function b(g){this.t={};this.tick=function(h,m,f){var n=void 0!=f?f:(new Date).getTime();this.t[h]=[n,m];if(void 0==f)try{window.console.timeStamp("CSI/"+h)}catch(q){}};this.getStartTickTime=function(){return this.t.start[0]};this.tick("start",null,g)}var a;if(window.performance)var e=(a=window.performance.timing)&&a.responseStart;var p=0=c&&(window.jstiming.srt=e-c)}if(a){var d=window.jstiming.load; 0=c&&(d.tick("_wtsrt",void 0,c),d.tick("wtsrt_","_wtsrt",e),d.tick("tbsd_","wtsrt_"))}try{a=null,window.chrome&&window.chrome.csi&&(a=Math.floor(window.chrome.csi().pageT),d&&0=b&&window.jstiming.load.tick("aft")};var k=!1;function l(){k||(k=!0,window.jstiming.load.tick("firstScrollTime"))}window.addEventListener?window.addEventListener("scroll",l,!1):window.attachEvent("onscroll",l); })(); El Eterno Andar
sábado, junio 2
Cursor de procesiones
Cada vez que recorro la noche solo, como ella, como ésta, veo reflejada en sus brisas y sus silencios las miserias de quienes a altas horas, al igual que yo, la caminan sufrientes.

No es lo mismo errar a las cuatro de la tarde que a las cuatro de la mañana. Cuestión de motivos. Quien tiene que salir a caminar en la madrugada para despejar el agobio padece de fantasmas.
Crueles fantasmas.

Recuerdo muchas tristezas nocturnas. Por ejemplo, una económica. El estúpido cliché de ver la paja en los ojos ajenos termina reconfortándote un poco, aproximadamente a las cuarenta cuadras; siempre que hayan caído sobre los hombros y los cabellos algunos milímetros de lluvia, mientras los ojos vieron pasar problemas sin solución, amores perdidos para siempre, enfermedades.

Creo que los paisajes del alma se potencian con los que dibuja la naturaleza. Justamente por eso el penar es mucho más hondo en la noche, más oscuro si esta frío, más doloroso si es con hambre, más poderoso si te encuentra solo. El dolor de muelas te espera en la almohada. El de alma, paradito en la vereda de enfrente.

Los caminos de salida son un verdadero misterio. A mi entender, inalcanzables: al menos, por esta noche. Oasis promisorios de distracción surgen en algún momento, ya sean arrimados por el azar o por alguna carcasa humana que te encuentre perdido. Drogas, sexo. Amnesia paga y temporal. No hay salida hoy.

Así que en el caso del alma -¿almalgia?-, prefiero el dolor. Uno llega a acostumbrarse a él: se puede presentir su inequívoca llegada -hasta parece que se lo esperara con ansia-. Será por dependencia, el miedo a vivir sin él. Sin sus primicias. Sin el amor que no fue, sin el laburo que recién perdiste, sin tus treinta años sin noticias.

Vivirlo, fácil. Seguilo. Es un pie adelante del otro, una mecánica simple.
Como deshojar una margarita, pero sin esperanza.