La cruz con la que todos cargamos.Tu nombre no lo conocen. Pero en la frente
tenés escrito que sos bien puta, y eso sí que todos lo saben.
De vos saben que a veces te
fumás un porro.
Aquél estuvo preso por estafa.
El de peluca una vez se cogió un niño.
Pero poco importa cuál es la dimensión del pecado cometido. La condena surge de una precisa medida de comparación, otorgada por una balanza alimentada por los peores sentimientos de una sociedad que siempre, siempre estuvo en decadencia.
No vayas a vomitar un sábado o un domingo a las siete de la mañana mientras tu vecina barre la vereda, o saca a pasear a su
cusquito de tres kilos, porque estás condenada.
Y si salís de tu casa a esa hora con un
pibe en actitud sospechosa... que Dios te ampare. Pero si sos varón y salís con una
minita, como máximo te llevarás alguna sonrisa macanuda.
La gente piensa que esto cada vez pasa menos. Qué estupidez.En uno de los platillos va la cagada. Aquello que expone a la víctima a la sanción pública, a la
silente discriminación. Esa que nunca vas a escuchar directamente, pero que sentís flotar en el aire. En esos silencios que se forman cuando
entrás al almacén, y mientras
esperás el cambio.
Vos sos el que pasa en el
cyber.
El pajero.
Aquél es el lento.
Es medio mongólico.
Como mucho podrá cortar el césped.
Vos vas por mal camino, juntándote con esa mugre.
Aprendé de tu hermana, que si saca once en un escrito se encierra a llorar. Grandes
chances de ser frígida sabe tener.
Te invito a hacer un alto en esta denuncia. Yo también pienso que si no le
prestás atención a lo que digan los demás, sus dichos no te van a hacer daño.
¿Pero de verdad
pensás que estás libre de su condena?
En el segundo platillo descansan los méritos requeridos por la tribu de los acúmulos superfluos.Méritos del tipo "tiene dos autos". Tiene una
gomería y dos estaciones de servicio.
Trabaja en la televisión. Es político. Dicen que tiene estancia.
¿Miedo o envidia?Una vez nos sacó campeón. No
sabés como jugaba.
Me importa un carajo como jugaba.
Podés ser una lacra, pero si
inspirás miedo o admiración (envidia) estás salvado.
Mientras tanto, los tristes y jóvenes pléyades del siglo
XXI seguiremos navegando los mares del subdesarrollo bajo la atenta mirada de quienes todo lo juzgan.
Al menos, todo aquello a lo que se atreven. O a lo que les permita la
benzodiazepina de elección.
¿Por qué me transmiten su frustración? ¿Una vez más tengo que volver a pensar en ellos?
Justifico este post. Veo a la chica de los alfajores todos los días.
Sus ojos siempre me piden amor.
Y ésta es la única forma de dárselo. Aunque no lo sepa. Aunque nunca pueda averiguarlo, porque en su escuela especial nunca se lo vayan a enseñar.
Por su penar viajo por el de todos, por el del drogadicto y también por el del fracasado. Todavía pienso que todos podemos o pudimos
serlo. Una de las pocas cosas que me enseñó la vida, y que creo haber aprendido, es a no escupir para arriba. Hoy escribo desde mi computadora con banda ancha, desde la comodidad del calor de un nido algo parecido a la clase media, de prestado.
Hace un año caminaba por todos lados con la panza chiflando. ¿Mañana? Mañana no sé, mañana no está.
¿O vos
jurás que mañana vas a estar cómodo? ¿Vos
firmás que en diez años vas a estar casada, casa-auto-niños-y-perro-en-el-jardín?
¿Quién te asegura que no vas a estar con la nariz llena de merca?
Bregando por un confortable lugar en el ostracismo de aquellos que en un tiempo te hicieron pedazos. Ese destino que hoy buscas no me queda para nada claro. ¿Vos lo
tenés seguro?
¿
Sabés hacia dónde vas?
¿Me decís hacia dónde queda?